
Cuando abro la ventana se cuelan las hojas, las colillas, las moscas, los niños, los trinos de los pájaros, los gritos de mis vecinos, los ladridos de los perros, las bocinas de los coches, el sol, la música y el fresco.
Una ventana abierta huele a calle y a piel viva.
A mi ventana a veces le tiemblan los cristales y se cierra con el viento de la sierra pero en seguida se abre para que mi gato vigile el vuelo sin motor de los gorriones.
Si tu ventana está cerrada y tu casa huele a cofre apolillado no me culpes, no me lances piedras, no sacudas tu escoba justo encima.
Lo ensuciarás todo, maldeciré tu estampa pero barreré y mi ventana seguirá abierta a pesar de tu pelusa.
Tu casa y tú, en letargo.
Pintura: Muchacha en la ventana de Salvador Dalí.